miércoles, 4 de diciembre de 2013

FIN

Hoy varios años después duermo al lado de una preciosa niña de 3 años, con la sonrisa de su madre y los ojos de su padre. A mi otro lado duerme su padre, con dos cicatrices de bala en el pecho, pronto llegaron para socorrernos algunos equipos que ya habían ido conquistando Dómino, Ryu y Juliette habían conseguido desactivar el módulo central. Poco después de nuestra recuperación ofrecieron a Arlet el ser presidente, pero lo rechazó, nos dimos cuenta que el poder no es lo que nos iba a reportar felicidad, solamente más preocupaciones, siempre habría alguien que no estaría de acuerdo con nuestra forma de gobernar, siempre habría alguien que trataría de levantarse, siempre habrían problemas por los que preocuparse, y ya estábamos hartos de preocupaciones guerras y demás. Black asumió el control, se convirtió en un icono de esperanza, con un parche dorado lo controlaba todo, viajaba en aviones privados, se le veía contento, pero no volvimos a saber mas de el excepto por lo que veíamos en la tele.

Cuando todo se normalizó Arlet y yo nos fuimos a vivir en una pequeña casa cerca del mar, aislada de todo lo demás, desenchufamos la tele y tiramos el teléfono al mar, Arlet tenía razón, el mar era la cosa mas bonita que jamás había visto así que nos olvidamos de todo lo demás, solo nosotros dos, nosotros dos y nuestra niña.
Mas a delante cuando nuestra hija pregunte por que su madre tiene esa cicatriz en la cara, cuando pregunte por que su padre tiene dos agujeros en el pecho, podremos contarle una historia de esperanza e ilusión, de guerra y de paz, la historia de nuestra vida.

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