domingo, 27 de octubre de 2013

CAPITULO 25 - Donde estás?

Estaba tirada en una esquina, esperando a que el mundo dejara de dar vueltas vertiginosamente, a recuperar mi oído...
Empezaba a recobrarlo cuando al entrar en la casa vi como Zoe  gritaba y lloraba desconsolada, tirando todos los exuberantes jarrones de sus mesas, destrozando todo lo que encontraba a su paso, poseída por la rabia de que hubieran matado a alguien a quien siempre había querido arremetía contra todos y todo. Rico se mantenía cabizbajo, observando el espectáculo, cuando ya creyó que era suficiente, tiró el arma al suelo y se acercó a Zoe deteniéndola de romper otro mueble mas, la rodeó con el brazo por el estómago y evitó que avanzara, a pesar de sus gritos, lagrimas, puñetazos y patadas. La forzó a abrazarle, la apretó contra su pecho, y aun que ella arañaba su espalda y trataba de apartarlo, se acabó calmando lo abrazó tranquilizada. Le dio un beso en la mejilla
-Me dijo que cuidara de ti, siempre te ha querido mucho...
Zoe se apartó de el delicadamente, limpiándose las lágrimas algo mas serenada, no dijo nada sobre lo que le acababa de decir Rico, simplemente vino al rincón donde yo estaba sentada, apartó con el pié los trozos de jarrón roto que había en el suelo y se dejó caer a mi lado.
-Lo han matado... Y ese idiota ha huido... Te juro que lo encontraré, me encargaré yo misma de matarlo, de que pague por el daño que ha hecho.
Asentí con la cabeza, no podía hablar aún, me encontraba demasiado mal, pero que yo no le respondiera eso a ella no le importaba, es mas, creo que no tenía demasiado interés en que lo hiciera.
Pasadas varias horas ya me volvía a encontrar bien, Zoe se dedicaba a afilar sus espadas, bajo el ojo atento de Rico, así que decidí ir a buscar a Arlet. Avanzaba por la casa, abriendo puertas desesperada, con los nervios a flor de piel, todo era un desastre. Black con un parche, a Ryu cuidando de Juliette, Zoe destrozando la casa, Rico en un mundo a parte con mirada asesina... Pero por que no estaba Arlet?
Intentaba encontrar excusas, pero la verdad es que no encontraba ninguna excepto su muerte... Si el dueño de la casa no estaba seguramente era que ya estaban advertidos sobre nuestras intenciones, nadie hubiera enterrado minas bajo su jardín si pensase volver allí... Si mis suposiciones eran verdad, no lo se, pero Arlet no estaba y eso me llegaba para desesperarme. Golpeé la pared con los dos puños y me quedé con ellos y la cabeza apoyados, las lágrimas recorrían mi rostro, la rabia me corroía por dentro, lloraba histericamente, tratando de hacerlo en silencio, pero no podía conseguirlo. NO sabía por que había aceptado aquella locura, un viaje hacia mi muerte y hacia la de los demás tambien

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